Un pordiosero sucio, desaliñado y sin afeitar, con los ojos enrojecidos y desdentado, pidió limosna a un hombre.
El señor le preguntó: “¿Bebes, fumas o juegas?”
“Señor -dijo el vagabundo-, no pruebo el alcohol, el tabaco me resulta asqueroso, y no quiero saber nada del juego.”
“De acuerdo –dijo-, si te vienes a casa te daré cinco euros.”
Al entrar en casa, su mujer apartó a su marido y le dijo al oído:
“¿Cómo se te ocurre traerte a un elemento con esa pinta a casa?”.
“Cariño -le tranquilizó-, sólo quería que vieras el aspecto que tiene una persona que no bebe, ni fuma, ni juega.”
OSHO
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