17.4.10

la libertad...






Seguí caminando.

Llegué al control.

Me despedí del funcionario.

Crucé la raya y pisé la libertad.

Miré hacia atrás, guardo en mi retina la imagen del edificio en aquel día caluroso y soleado.

No sentí ni una brizna de rencor.

Sonreí.

Diez años de mi vida quedaban atrás,

algunos de ellos prendidos de aquellos muros,

de aquellos alambres,

de aquellos aquellos olores,

de aquellos gritos enloquecidos,

de aquellas madrugadas perennes,

y de algunos que se alegraron

al tiempo que sintieron que aquel día fuera

el último de mi vida como prisionero de Alcalá-Meco.


DE MOMENTO HABIA GANADO

PORQUE HABIA CONSEGUIDO

SOPORTAR LO INSOPORTABLE

Y TOLERAR LO INEVITABLE

SIN EL MENOR DAÑO INTERIOR.


AHORA ME SENTÍA LIBRE,

PERO LIBRE DE VERDAD.

MARIO CONDE

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