6.7.09

la atención....


En un momento de presencia, la consciencia entra y sale con la misma armonía que la inhalación y exhalación de la respiración. La presencia unifica tanto el darse cuenta como el tema, tanto al testigo como su participación en la realidad. Al estudiar la energía del darse cuenta, de la atención, uno descubre cómo controlarla y utilizarla para la consciencia. Uno tiene esta energía en abundancia, según la salud o el estado de su mente, pero es el modo en que se aplique esta energía lo que es la clave para estar presente. La atención se manifiesta en muchos niveles; por ejemplo, la concentración requerida para aprender algo, el desarrollo de un concepto, la absorción de un hecho o la precaución necesaria para cruzar la calle. La atención puede utilizarse como lazo entre la mente y un tema, o de otra forma será atrapada por la fascinación o caerá en la trampa de la imaginación. Su uso más elevado es mediante un esfuerzo especial para crear presencia, despegándolo del tema pero sosteniendo su foco, con lo que lo que parece imposible en imaginación, es más que posible con presencia. Hay muchos ejemplos de cómo la atención añade al tema. El amor del chef por la cocina es uno de los ingredientes de un plato delicioso. Los enamorados descubren un flujo natural, magnético, de atención entre ellos. Un bailarín se concentra en un salto de ballet que, en la representación, se vuelve un brinco espectacular. Y con esfuerzos consistentes, el estado de presencia se da cuenta de sí mismo, independiente del estado de sueño, independiente del tiempo: un “alma viviente.”
Hay un equilibrio delicado en utilizar la atención. La mayor parte del tiempo uno está desconcentrado, distraído por los eventos o absorto en los pensamientos a medias y los miedos, las azarosas imágenes asociativas de la imaginación. Al observar esto, uno se pone un ejercicio, la meta de estar consciente de sus manos por quince minutos. Durante el ejercicio, aunque la meta sea un recordatorio constante, el nivel de atención fluctúa constantemente, desviado por otra inclinación, un deseo o un pensamiento. Sin una meta, la atención es arrastrada por la impresión más ruidosa, más obvia del ambiente o absorbida en vacua imaginación.
Observando con qué facilidad la atención puede ser interrumpida, uno encuentra un verdadero desafío por desarrollar consciencia. Cualquier cosa que distraiga nuestro darnos cuenta tiene poder sobre el alma. A la vez, el origen de esta limitación está dentro de uno mismo. Abu Bakr, escribe: “Un guerrero espiritual no tiene enemigos externos.” Esta posición es a la vez intrigante e incómoda; la consciencia y la mecanicidad compartiendo la misma piel; compañeros de cuarto improbables. Pero al aceptarlo, ambos son libres de desempeñar sus roles; la máquina funcionando de la misma manera, la consciencia desarrollándose de manera independiente. Con disciplina, meta y apreciación del propósito superior en la propia vida, la atención se puede utilizar para desarrollar el refinado material del cuerpo astral. La consciencia es el derecho de nacimiento de los seres humanos, proclama Gurdjieff; un ser humano puede ser nacido dos veces: primero en el mundo material y otra vez en el mundo consciente.

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